sábado, 28 de enero de 2012

EL JUEGO DE LA CULPA

EL JUEGO DE LA CULPA


"De ignorante y brutal es el culpar a otros de las propias miserias. Aquel que a sí mismo se culpa de su infortunio, comienza a entrar en el camino de la sabiduría; pero el que ni se acusa a sí, ni a los demás, es perfectamente sabio."

Epicteto

"¡Cuántas veces condenamos cuando deberíamos perdonar, o censuramos cuando deberíamos alabar! ¡Cuánto pesar sería aliviado con palabras de alegría y de perdón!"

E. Holmes La Ciencia de la Mente 427.4

Así como el temor es el uso negativo de mi fe en el futuro, culpar a otros (o a mí mismo) es el uso negativo de mi asociación con ellos. En ambos casos, mi negatividad me daña a mí mismo.

Si permanezco en un estado de enojo, animosidad, impaciencia, disgusto, indignación, irritación, o celos por alguien, estoy dañando los canales de mi bienestar y bloqueando el paso a la energía creativa.

El juego de la culpa siempre resulta contraproducente; eso es inevitable, ya que cada uno ve la vida desde su propia perspectiva; o como dice Don Miguel Ruiz, cada quien tiene su propio "Libro de la Ley". La responsabilidad de escoger mi respuesta al estímulo externo reside en mí por completo, no en aquellos a quienes trato de trasplantar mis propios sentimientos de condenación. Por grande que sea la influencia que yo tenga en los asuntos de los demás, solamente tengo autoridad sobre los míos. Quizá por eso es que cuando alguien trata de culpar a otros por algo que le sugirieron hacer, se olvida que la decisión y autoridad de aceptarla fue suya.

Culpar intensifica el estrés, convirtiendo mi bienestar en malestar. Por lo tanto, apuntar el dedo a los demás por lo que me pasa, es para mi alma lo que el cáncer es para mi cuerpo: el epítome de la destrucción. En pocas palabras, culpar a otros lastima a todos, haciendo que los que culpan sean los que resultan más lastimados.

Ahora me doy cuenta de que la falta de perdón reside en mí y no en las personas o circunstancias a quienes culpo. Por lo tanto ahora me doy cuenta también, que yo mismo soy quien sufro las consecuencias de no perdonar. Doy gracias por darme cuenta de esto y mi nueva intención es la de vivir sin culpa, dejando ir todos mis errores del pasado. Me perdono por todo, y todo lo perdono de todos. Doy gracias por esta realización, y la dejo ser.

AFIRMACIÓN: DEJO IR TODA ESPERANZA DE HABER TENIDO UN PASADO MEJOR, Y VIVO SIN CULPAR NI CULPARME DE HOY EN ADELANTE. ¡Y ASÍ ES!

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