Cuentos cortos para reflexionar

El Elefante Encadenado

“Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad…



condicionados por el recuerdo de «no puedo»…


Tu única manera de saber, es intentar de nuevo


poniendo en el intento todo tu corazón…”


Jorge Bucay






“El elefante encadenado” es uno de los más famosos cuentos de Jorge Bucay que nos explica con claridad porqué actuamos cómo actuamos y cómo podemos cambiarlo.


A igual que el elefante de la historia, todos llevamos inconscientemente las cadenas de límites psicológicos que nos marcaron desde pequeños y que deterioraron nuestra autoestima y confianza en nuestras posibilidades.




En la crianza, el “NO” continuo es demoledor para las alas y ganas de descubrir y experimentar el mundo de un niño y frases como “Nadie conseguió X en la familia”, “No digas bobadas, esto no merece la pena ni intentarlo”, etc. merman cualquier afan de superación.


Por eso Randy Pausch, con la gran lucidez de estar a las puertas de la muerta física, nos imploraba que diésemos libertad a nuestros hijos para que pintasen las paredes de la casa y se expresasen sin sentirse culpables.


No podemos rectificar el pasado, pero afortunadamente existe el mundo de la psicología positiva, el coaching, el PNL y tantas técnicas mentales que nos ayudan a desprogramarnos de condicionantes negativos y re-programarnos con nuevos principios mucho más constructivos.


Cada vez que notemos que nuestra mente nos boicotea con un “esto no se puede”, pensemos en el pobre elefante y en su gran potencial desperdiciado, en esta frase del experto en pensamiento creativo Edward Bono: “Lo que usted crea es el resultado de lo que usted cree” y en los consejos de Sara Mariner para conseguir el éxito en los proyectos.
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Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.


Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.


Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?. ¿Por qué no huye?


Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.


Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”


No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.


Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.


Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.


Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.


Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…


Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.


Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…


Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad… condicionados por el recuerdo de «no puedo»… Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…






JORGE BUCAY









LA ISLA DE LOS SENTIMIENTOS


Erase una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos:
La alegría, la tristeza y muchos más, incluyendo el Amor.
Un día les fue avisado a los moradores que la isla se iba a hundir.
Todos los sentimientos se apresuraron a salir de la isla,
se metieron en sus barcos y se prepararon a partir,
pero el Amor se quedó, porque se quería quedar un rato más con la isla que tanto amaba antes de que se hundiese.
Cuando por fin ya estaba casi ahogado, el Amor comenzó a pedir ayuda.
En eso venía la Riqueza y el Amor le dijo: Riqueza llévame contigo.
No puedo – le contestó – hay mucho oro y plata en mi barco,
No tengo espacio para tí.
Entonces el Amor le pidió ayuda a la Vanidad: por favor ayúdame.
La vanidad le dijo: no te puedo llevar tu estás todo mojado,
Vas a arruinar mi barco nuevo.
El Amor le pidió ayuda a la Tristeza: Tristeza me dejas ir contigo?.
Ella le respondió: Ay !! Amor estoy tan triste que prefiero estar solita.
También paso la Alegría, pero ella estaba tan alegre,
que no oyó el Amor llamar.
Allí fue cuando una voz le llamó; ven Amor yo te llevo, era un viejito, pero el Amor estaba tan feliz que se le olvidó preguntarle su nombre.
Al llegar a tierra firme le pregunto a la sabiduría:
Sabiduría, ¿ quién era el viejito que me trajo aquí ?
Ella respondió: era el Tiempo.
¿ El Tiempo ? preguntó el Amor,
pero, ¿ porqué solo el Tiempo me quiso traer ?.
La Sabiduría le respondió:
Porque solo el tiempo es capaz de ayudar a entender un gran Amor...



Duele amar a alguien y no ser correspondidos, pero lo que es más doloroso es amar a alguien y nunca encontrar el valor para decirle a esa persona lo que sientes.
Tal vez Dios quiere que nosotros conozcamos a unas cuantas personas equivocadas antes de conocer a la persona correcta, para que al fin cuando la conozcamos, sepamos ser agradecidos por ese maravilloso regalo.
Una de las cosas más tristes de la vida es cuando conoces a alguien que significa todo, solo para darte cuenta que al final no era para tí, y lo tienes que dejar ir.

Cuando la puerta de la felicidad se cierra, otra puerta se abre, pero algunas veces miramos tanto tiempo a aquella puerta que se cerró, que no vemos la que se ha abierto frente a nosotros.
Es cierto que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, pero también es cierto que no sabemos lo que nos hemos estado perdiendo hasta que lo encontramos.

Darle a alguien todo tu amor nunca es un seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso, sólo espero que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo.

Hay cosa que te encantaría oír que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera pero no seas tan sorda(o) para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón.
Nunca digas adiós si todavía quieres tratar.

Nunca te des por vencida(o) si sientes que puedes seguir luchando.
Nunca le digas a una persona que ya no la amas si no puedes dejarla ir.
El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado, a aquel que aún cree, aunque haya sido traicionado, a aquel que todavía necesite amar, aunque antes haya sido lastimado, y aquel que tiene el coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.
El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos, y no tratarlos de voltear con nuestra propia imagen, porque entonces sólo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos.

No vayas por el exterior, este te puede engañar.
No vayas por las riquezas, porque aún eso se pierde.
Ve por alguien que te haga sonreír, porque toma tan solo una sonrisa para hacer que un día oscuro brille.
Espero que encuentres aquella persona que te haga sonreír.
Hay momentos en los que se extraña a una persona tanto que quieres sacarla de tus sueños y abrazarla con todas tus fuerzas.

Espero que sueñes con alguien especial.
Sueña lo que quieras soñar, ve adonde quieras ir, sé lo que quieras ser, porque tienes tan sólo una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer.

Espero que tengas:
Suficiente felicidad para hacerte dulce.
Suficientes pruebas para hacerte fuerte.
Suficiente dolor para mantenerte humana(o).
Suficiente esperanza para ser feliz.
Las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo, sólo sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino.
La felicidad espera por aquellos que lloran, aquellos que han sido lastimados, aquellos que buscan, aquellos que tratan, porque sólo ellos pueden apreciar la importancia de las personas que han tocado sus vidas.
El Amor comienza con una sonrisa, crece con un beso y muere con una lágrima.
La brillantez del futuro siempre será basada en un pasado olvidado.
No puedes ir feliz por la vida hasta que dejes ir tus fracasos pasados y los dolores de tu corazón.
Cuando naciste, tú llorabas y todos alrededor sonreían;
Vive tu vida de forma tal que cuando mueras tú, sonrías, y todos alrededor te lloren.






Cuidando al niño interior


Un hermoso día en un parque, un joven papá empujaba el cochecito en el que lloraba su hijito.


Mientras el papá llevaba a su niño por los senderos del parque, iba murmurando bajito y suave:


- Tranquilo, Ronaldo.


- Mantén la calma, Ronaldo.


- Está bien, Ronaldo.


- Relájate, Ronaldo.


... - Todo irá bien ehhhh, Ronaldo.


- Ronaldo, ya verás.


Una mujer que pasaba por allí, se dirigió al joven papá y le dijo:


- Usted realmente sabe cómo hablarle a un niño perturbado ..


- … con calma y con suavedad.


- Realmente es admirable.


Lu mujer se inclinó hacia el niño que estaba en el cochecito y le dijo tiernamente:


- ¿Cuál es el problema, Ronaldo?


Entonces el papá dijo rápidamente:


- ¡Oh, no señora!


- Él es Enrique.


- ¡Ronaldo soy yo!


Fuente: cuento del libro “Aplícate el cuento”, relatos de ecología emocional de Jaume Soler y Mercè Conangla


LA TRISTEZA Y LA FURIA


En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...


En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...






Había una vez...


Un estanque maravilloso.


Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...


Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.


Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque.


La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún salió del agua...


Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...


Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...


Y así vestida de tristeza, la furia se fue.


Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.


Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.


Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.




Del libro Cuentos para pensar. de Jorge Bucay